23/11/15

Fiesta del Cine (otra vez)

Aprovechando una vez más los descuentos de la Fiesta del Cine fui a ver dos películas (sí, ya sé que fue hace 3 semanas, pero es que no me da la vida para actualizar con más regularidad y me apetece hablar de ellas).

Primero vi Truman de Cesc Gay e interpretada por Javier Cámara y Ricardo Darín. Iba con pocas espectativas al respecto y debo decir que me gustó, pero no me enamoró. En general creo que es una película "fácil", y con esto quiero decir que llega al espectador porque hace un uso de las emociones convencional; efectivo y afectivo a partes iguales también, pero convencional. Sin embargo, destaca por las notas de humor negro que aparecen en su justa medida y que le dan un color inesperado a la trama. Por supuesto, Darín y Cámara están espectaculares, y eso también suma. En gerenal, una película recomendable, pero  no imprescindible. 

Después vi Black Mass de Scott Cooper y protagonizada por Johnny Deep y Joel Elgerton (y en un pequeño papel, Benedict Cumberbatch); en la que sí tenía puestas muchas esperanzas y que me aburrió soberanamente. Tenía 5 buenas razones para verla: Johnny, basada en hechos reales, centrada en la mafia y la corrupción, Benedit y Johnny (sí, otra vez Johnny); pero de todas ellas la única que se salvó fue Benedit. En fin, me pareció que el ritmo era lento, pero la trama demasiado rápida; que Johnny iba tan maquillado que no podía ni gesticular; que la historia no aporta nada nuevo y que se dejaron por el camino la relación mafioso-senador.

9/11/15

Octubre en libros

Como no me estoy pasando muy amenudo por aquí se me están juntando unas entradas con otras, pero tengan piedad de esta humilde servidora que por fin está cumpliendo el plan deportivo que se propuso allá por enero o febrero y, aunque sea con 10 meses de retraso, es toda una satisfacción, a pesar de que haya días que no pueda bajar las escaleras o el simple hecho de coger algo de los estantes altos se convierta en una tortura.
En fin, a lo que vamos En octubre leí dos libros, que es el ritmo que estoy llevando desde hace unos meses, aunque ahora mismo estoy estancada y no sé si en noviembre seguiré así.
Canciones de amor a quemarropa es una historia formada por varias vidas. (ATENCIÓN: SPOILERS) Cada capítulo está narrado por un protagonista, aunque puede decirse que entre ellos destaca como personaje principal Lee, un músico de éxito que siempre vuelve a su pueblo natal, y que es el que peor me ha caído de todos. De hecho, quien más me ha gustado ha sido Kip, y prácticamente el autor le maltrata en esta novela. Luego están Henry, que es un soso; Beth, que es una cobarde; y Ronny, que según dicen se ha quedado medio tonto después de caerse de un toro en un rodeo, pero a mí me parece el más normal de todos. La trama está bien, digamos que es bastante interesante; y ya que el estilo del autor es sencillo y directo; el libro se lee fácilmente. Ahora bien, en sus virtudes están sus defectos; porque lo que no me ha gustado es que, precisamente, la narración es siempre igual, osea, que los personajes no tienen su propia voz. Como he dicho antes, cada capítulo está escrito en primera persona desde la perspectiva de cada uno de los protagonistas; pero la verdad es como si hablase siempre la misma persona sólo que contando vidas diferentes.
Historias de Roma tenía muchas ganas de leerlo y no me ha defraudado ni un poco.  Puede ser que al leerlo en plena fase de melancolía romana esté un poco eclipsada, pero aún así me arriesgo a recomendarlo muchísimo porque, lo principal, es que Enric González dice verdades como puños sobre Roma y los romanos. La primera de todas es que la mejor birra italiana es la Menabrea, que precisamente no es de la región y es difícil encontrarla en bares y restaurantes de la capital. También es verdad que Roma es tan caótica como una ciudad asiática, pero en los raros momentos de tranquilidad que tiene se vuelve mágica; y aunque sea una gran ciudad europea, nunca ha dejado de ser un grupo de barrios con sus negocios tradicionales y sus vecinos que se conocen y se saludan a diario (incluso en el centro). Y luego están los romanos, muy formales en el trato de desconocidos, pero tan campechanos con los conocidos que parecen más bien salidos de un minúsculo pueblo de interior en vez de La Urbe; y además dejados y llenos de desidia en la superficie, pero alegres y generosos en el fondo. Además de esto, hay algunos apuntes sobre historia, lugares que visitar, recomendaciones de restaurantes...
Y ahora os presento a mi nueva torre de libros comprados todos ellos en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión. Puede parecer que la cosa se me fue de las manos, pero no; es que había unos chollos... Por ejemplo, pagué 15 € por El tiempo entre costuras y El jilguero, ambas ediciones en perfecto estado. El resto de libros me costaron entre 4 y 7 €, y son todo títulos de los que pueblan la lista de pendientes y como digo en condiciones fantásticas, una ganga vaya. Desde luego, voy a dejar de comprar por una buena temporada, excepto que algún ilustrado o historia gráfica se cruce por mi camino, claro. Eso sí, a ver cuando los leo...

1/11/15

Volver a Roma

Quiero viajar a Roma por lo menos una vez al año, y aunque de momento lo estoy cumpliendo, tengo miedo de dejar de hacerlo alguna vez.
A Roma la aprendí a amar lentamente. Sé que hay muchos viajeros que se quedan prendados por ella, pero yo no fui una de ellos. Nuestra historia de amor se construyó lentamente, primero, por toda la gente que fui conociendo y que ahora son como mi familia; segundo, en infinitud de caminatas que me llevaron a los rincones más inverosímiles; y tercero, gracias su gastronomía. Y ahora, que tampoco hace tanto tiempo que le dije adiós, ya no me acuerdo de todas las cosas que no me gustaban de ella: el tráfico, la suicedad, la desidia...
Gracias a Roma, soy como soy; porque vivir allí me cambió en muchos aspectos. Lo más curioso es que me iba dando cuenta de esa transformación: tenía más confianza, más arrojo, más paciencia, más tolerancia. También fue allí donde aprendí a apreciar la vida tranquila y hogareña, a vivir con poco, a disfrutar de los pequeños instantes, y me volví más reservada todavía.
Volví a finales de septimbre y pasé una semana fantástica. Me reencontré con viejos amigos, recorrí las calles que más me gustan y descubrí todo lo nuevo que había en ellas, comí en los sitios de siempre y en otros tantos que no conocía, fui al cine, a varios museos, a un espectáculo y a correr en el parque que me enseñó a amar este deporte. Por supuesto, pasé una tarde en la librería y volví cargada del material suficiente para pasar otro año sin escasez de novela italiana. Dos autores de mis favoritos: Baricco y Ammaniti, de los que espero poco a poco leer todos sus títulos; una novela de la Comencini, también repito con ella ya que hace un par de años leí un libro suyo que me gustó basante; y pruebo por primera vez a Valeria Parrella, de la cual no sé casi nada, pero me atrajo la sinopsis del libro. El de Glattauer fue un regalo de una buena amiga ya que en medio de una conversación salió a relucir Contra el viento del norte, y ella me regaló este que había leído hace poco.
Reconozco que este último viaje me ha dejado muy nostálgica, así que seguramente no tardaré en volver por aquí a seguir hablando de Roma... (Sí, es una amenaza ;P).